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¿Centro o esquina? 3

En esta vida, por regla general, unas veces –la mayoría– nos toca ser esquina, y otras –a menudo las menos– centro.

Hay sin embargo personas que, llevadas por un ego autosobrevalorado y movidas en ocasiones por fuerzas centrípetas que nacen de disfrazadas tendencias a la autoadoración, solo aceptan ser siempre centro y para conseguir su objetivo se sirven de las más diversas artimañas, y cuando no lo consiguen, pues lograrlo siempre y en toda circunstancia no deja de ser una pretensión utópica, generan los más variados sentimientos de rivalidad, por lo general solapados, ya que suelen rehuir los directos enfrentamientos, conscientes de sus nunca aceptadas limitaciones. Y tales sentimientos de rivalidad suelen tener como su raíz más profunda todo un mundo de celotipias.

Cuando en 1972 la cantante Cecilia estrenó su canción Dama, dama, incluida en su Álbum, también denominado Cecilia, me llamó poderosamente la atención aquella estrofa: “Si no fuera por miedo, sería la novia en la boda, el niño en el bautizo, el muerto en el entierro, con tal de dejar su sello”.

Debo confesar, sin embargo, que esta estrofa, aunque me impactó, me hacía sonreír, pues, en aquellos años jóvenes en que los sentimientos suelen brotar aún bastante “vírgenes” en la persona, no acababa de imaginar que pudieran existir personas tan exageradamente egocéntricas que sólo pensaran y actuaran para ser siempre el centro del ambiente social en que se movían.

Con los años, sin embargo, la vida misma se ha ido encargando de abrirme los ojos a una triste realidad y he podido conocer y sufrir personas que cumplen con gran realismo el prototipo que Cecilia concretó en la mujer, pero que con igual –si no incluso con mayor razón– se puede encontrar entre los hombres.

La vida también me ha ido enseñando que quien en su momento no ha aceptado su condición de esquina y la ha vivido con dignidad, nunca ha sabido ser centro y, cuando las condiciones se lo han posibilitado, ha sido más bien un hazmerreír en el entorno, por muy rodeado que estuviera de aduladores –que éstos siempre abundan– dispuestos en todo momento a magnificar sus mínimas actuaciones.

Y si la vida me enseñó todo esto a través de personas que se han cruzado en mi camino, una reflexión realizada desde la fe me ha hecho comprender también que el dualismo que se establece entre ser esquina o ser centro no está lejos de aquel otro que el propio Cristo estableció entre ser primero y ser último.

EPLA, 9 de diciembre de 2021
Juan Antonio Vives Aguilella

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