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Unos van, otros vuelven 8

Hoy en día, muchas de las grandes empresas –conscientes de que un empleado que se siente respetado, apreciado y valorado da mucho más de lo que en realidad se le retribuye a nivel económico– están apostando fuerte, en el ámbito de la formación, por inculcar en sus dirigentes un humanismo que les haga sentirse y mostrarse cercanos a los empleados, preocupándose por su salud, bienestar, situación familiar…, y llegan incluso a organizar vacaciones pagadas para sus propios empleados y a incentivarles, si es del caso, salarialmente.

Muy por el contrario, algunas empresas pequeñas y mediocres –aunque, eso sí, creyéndose muy importantes, como suele suceder en el mundo de las medianías– caminan en dirección contraria y –dejándose llevar por un clima constante de suspicacias y sospechas que les lleva a considerar que sus empleados se están aprovechando– no dudan en conculcar el buen ambiente que venía existiendo, atacando, a veces sin ninguna justificación, a empleados que, impulsados por el cariño a una institución por la que se habían sentido queridos, habían regalado a ésta mucho más que lo que de ella habían recibido.

Y lo más triste –si cabe aún– es que este fenómeno de retroceso humanista se está dando en instituciones dirigidas por quienes, simplemente por su condición cristiana, deberían tener el humanismo como señal indeleble de su identidad.

EPLA, a 19 de marzo de 2017

  1. Juan Antonio Vives Aguilella

 

 

2 thoughts on “Unos van, otros vuelven

  1. Siempre he dicho que se cazan más moscas con miel que con vinagre y opino que esto es aplicable a cualquier ámbito de la vida

  2. La época de cambio en que nos encontramos, en lugar de ser la oportunidad para afrontar el desafío con mirada amplia. Está provocando en muchos el miedo. Que produce, tratar cualquier cuestión, por caminos de reglamentos, protocolos y parágrafos.
    Temor a perder la seguridad económica, el dominio de negocios y personas, caída de sus ideas y criterios aparentemente correctos y sin ninguna apertura a la crítica.
    Temor, que se da especialmente en personas pequeñas de espíritu, y ansiosas por mantener lo imposible, con falso talante democrático, mucha normativa y escasa humanidad.
    Todo lo justifican, sin memoria agradecida a la reciente historia, alejando de sus círculos, a quienes puedan pensar distinto o a los que muestren hechos que vayan más allá del número o el decreto y luchen por dar humanidad, al mero cálculo “excel”, de las diversas realidades.
    El paradigma no va por ahí, habrá que abrazar al hermano tiempo, para que brote la cercanía y la colegialidad. Hay profetas que ya lo anuncian, esta miopía revestida de dogmatismo, al ritmo actual, tiene los días contados. Mientras… una lágrima, un grito y siempre libertad.

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