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Las cosas claras 2

La clarificación es siempre importante en la vida. Tanto los hechos, como las ideas o como los mismos sentimientos necesitan ser clarificados por quien los realiza, por quien las ha pensado o por quien los experimenta.

Hoy quisiera detenerme en, una clarificación que para algunos puede parecer una obviedad. Me refiero al binomio religiosidad-espiritualidad. Hay quienes piensan que tal binomio no existe, pues consideran ambas partes como perspectivas de una misma realidad, pero desgraciadamente no ha sido así –ni lo continua siendo a menudo–, cuando la religiosidad se queda en las simples prácticas y ritos.

Ya los profetas del Antiguo Testamento –hombres a un tiempo profundamente humanos y espirituales– que vivieron enfrentados a la religiosidad de su tiempo, entretejida generalmente de ritos y expresiones vacíos de vida, denunciaron sin ambages la abismal distinción existente entre seguir unas normas religiosas y el crecer de forma integral en amor, en sensibilidad, o dicho con una sola palabra, en humanidad, por la acción del Espíritu.

Las denuncias de los profetas son claras al respecto: “Aborrezco vuestros novilunios y solemnidades y aunque menudeéis la plegaria, no os oigo, aprended a hacer el bien, buscad lo justo… Me alabáis con la boca y me honráis con los labios, pero vuestro corazón está lejos de mí” (Is. 1, 14-18 y 29, 13), “Misericordia quiero y no sacrificios” (Os. 6, 6-7), “Detesto y desprecio vuestras fiestas, no miro vuestros sacrificios… ¡Qué fluya, sí, el juicio como agua y la justicia como torrente inagotable! (am. 5, 21-25).

En mi experiencia de vida – ya un poco larga, pero siempre corta– he conocido empedernidos rezadores e inagotables desgranadores de plegarias, salmos y oraciones, que se han quedado enanizados en su corazón y he conocido también otros que decían no creer en nada y sin embargo eran “hombres grandes” por la calidez de sus sentimientos y sus consecuentes actuaciones. Y la gran pregunta que siempre me he hecho en muchas ocasiones ha sido: ¿De qué sirven las prácticas religiosas si no conducen a un crecimiento espiritual, o si se quiere, a un crecimiento en humanidad, en el que el “amor al prójimo” deja de ser un mero ideal y estandarte, para concretarse en sensibilidad y solidaridad ante las problemáticas de los demás, en compasión y misericordia frente a los necesitados… y siempre en una justicia que trascienda decididamente el ámbito de lo legal y de lo establecido por unas leyes de mercado, que se quedan en mínimos, muchas veces mezquinos e inhumanos y siempre cortos en relación a una verdadera mirada “espiritual”, en la que la justicia no se actúa desde el “yo”, sino desde el “tú” y las circunstancias de la persona concreta.

EPLA, a 5 de marzo de 2017

P. Juan Antonio Vives Aguilella

3 thoughts on “Las cosas claras

  1. Cuando el monarca opina que la magnificencia reside solo bajo su corona cae en el error de pensar que la grandeza humana se compone solo de poder, dirección e imposición de su idea de gobernar. Un instante después de llegar a esta conclusión el antifaz que se impone entre él y sus subordinados además de no permitir apreciar su verdadero rostro le impide ver que la grandeza de estos(honradez, sencillez, discreción y sentimiento por el prójimo) se simplifica tan solo en la ilusión por realizar óptimamente su trabajo con el cariño del compañerismo y tan solo la esperanza del reconocimiento.
    LLegado a este punto, ese conjunto de personas que forman esa máquina casi perfecta corre el peligro de convertirse en un puñado de fichas de dominó que caerán por simpatía, pensando en su caída que cualquier tiempo pasado fue mejor.

  2. Interesantes y muy inteligentes palabras que hacen que vuelvan a mi memoria los mensajes del Papa Francisco, quien ha conseguido llegar al corazón de creyentes, no creyentes y practicantes: » No es necesario creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada. UNO PUEDE SER ESPIRITUAL PERO NO RELIGIOSO. No es necesario ir a la Iglesia y dar dinero. Para muchos , la naturaleza puede ser una Iglesia y lugar de encuentro con Dios. Algunas de las mejores personas en la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre.»

    Efechivamente , el Papa Francisco, me lleva al recuerdo de personas que dominadas por su soberbia, afán de poder y control, atropellan a todo y cuanto se encuentran por delante y a todos y a cuantos se encuentran por delante actuando bajo lo que ellos dicen ser «El Reino de Dios es lo primero «

  3. Hermoso mensaje el que nos transmites, ciertamente los grandes gestos y las solemnidades ayudan más a quienes los realizan fortaleciendo su ego que a aquellos que necesitan solidaridad, generosidad o cercanía. Una sonrisa, una palabra o cualquier gesto que salga del corazón serán, sin duda, mejor recibidos.

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